José Antonio Kast, de ultraderecha, y Gabriel Boric, de izquierda, se enfrentan voto a voto. A las 8 de la mañana se abrieron las mesas.
Con un cielo totalmente despejado y una alerta por altas temperaturas para todo el día en gran parte del país, Chile ya inició una jornada electoral decisiva, en la que se definirá quién será el próximo presidente.
Después de una campaña muy dura, basada muchas veces en ataques personales y descalificaciones entre los dos candidatos, este balotaje se define entre dos visiones antagónicas de país.
De un lado, Gabriel Boric, un joven líder de izquierda que impulsa cambios profundos para revertir las desigualdades históricas que arrastra este país y que en 2019 llevaron a un estallido social que marcó un quiebre.
En la otra orilla, José Antonio Kast, un abogado ultraconservador que defiende los valores de patria, familia y orden, promete mano dura contra la delincuencia y un modelo económico neoliberal.
El ex dirigente estudiantil Gabriel Boric, candidato a presidente en Chile. Foto: EFE
Por primera vez desde el final de la dictadura de Augusto Pinochet, en 1990, los candidatos que llegan a esta segunda vuelta no pertenecen a las alianzas tradicionales de centroizquierda o de centroderecha que se alternaron en el poder desde entonces.
Irrumpieron desde los dos extremos del arco político, tal vez como parte de un proceso de cambios que se inició con la revuelta social de 2019 y que derivó en un proceso constituyente que hoy redacta una nueva Carta Magna.
Voto bronca
La idea de que “los políticos siempre mienten”, que “en 30 años no han hecho nada por el pueblo” se repite en las calles de Santiago, desde los jóvenes universitarios de clase media hasta los vendedores ambulantes que llenan las veredas en el centro de la capital.
La primera vuelta de las elecciones, en noviembre, mostró un furioso “voto bronca” contra el establishment político y las alianzas que gobernaron desde 1990.
José Antonio Kast, candidato a la presidencia en Chile. Foto: EFE
Así las cosas, para una porción de la sociedad, Boric es la imagen de los cambios que esperan, y que comenzaron a avanzar con la nueva Constitución en la que se está trabajando ahora.
Para la otra, Kast es quien llevará el país por la senda correcta, luego de esas protestas que en lo concreto por ahora sólo dejaron destrozos y más delincuencia.
“Lo que está en juego en definitiva es un juicio sobre el estallido social”, interpreta el analista Cristián Valdivieso, de la consultora Criteria. “¿Valió la pena o fue un estallido de violencia sin sentido?”, explicó a Clarín.
No es un dato menor tampoco que esta es la primera elección presidencial después de la pandemia que en 2020 golpeó con violencia la economía del país y profundizó el desempleo y la pobreza.
Segunda etapa
De los siete candidatos en liza en la primera vuelta, el abogado y ex diputado Kast se impuso con el 27,9% de los votos. Apenas unos pasos por delante de Boric, que cosechó 25,8%.
Bastante más atrás quedó Sebastián Sichel, de la alianza oficialista de centroderecha, que apenas aventajó por un puñado de votos al que se convirtió en una figura de la primera vuelta: el independiente y polémico Franco Parisi, un economista liberal que vive en Estados Unidos desde hace unos años y no estuvo en Chile en ningún momento durante la campaña.
En quinto lugar quedó Yasna Provoste, la elegida de la coalición socialdemócrata heredera de la Concertación que gobernó con presidentes como Ricardo Lagos y Michelle Bachelet.
Carteles con las medidas anti covid en un centro de votación en Santiago de Chile, para el balotaje del domingo. Foto: AFP
Aunque ni Kast ni Boric contaban en un comienzo con las simpatías de los sectores de centro, ambos se vieron obligados a modificar sus discursos, correrse de los extremos hacia posiciones más flexibles. Se mostraron abiertos al diálogo y a adaptar sus programas a los lineamientos de algunos de sus rivales.
Así, con reservas y condiciones, Kast logró encolumnar detrás de su candidatura a toda la derecha liberal, y Boric consiguió el respaldo de la socialdemocracia.
En Chile todos recuerdan que en los últimos 30 años, quien se impone en la primera vuelta gana seguramente la segunda. Pero esta vez nadie arriesga un resultado.
Desde la primera vuelta del 21 de noviembre, las encuestas pasaron de un empate a una mínima ventaja de Boric, luego a otro empate y, finalmente, en las últimas mediciones -que no pueden publicarse en Chile pero se filtraron a Clarín y otros medios extranjeros- el líder de izquierda aparece otra vez unos pocos puntos por delante de Kast. Su desempeño en el último debate presidencial, en el que se mostró más sólido que su rival, fue una de las claves.
Incógnitas
De todos modos, quedan abiertas varias incógnitas. En Chile el voto no es obligatorio, y habrá que ver cuántas personas se movilizan para ir a elegir entre dos nombres que no terminan de convencer a una gran porción de los ciudadanos.
Los analistas remarcan aquí el dato de que ninguno de estos dos candidatos alcanzó un 30% de los votos en primera vuelta, el desempeño más bajo en décadas.
Además, en noviembre participó el 47% del padrón, de casi 15 millones de votantes. Los analistas políticos prevén un nivel similar de abstención esta vez.
Pero otro fuerte interrogante es qué boleta elegirán quienes en noviembre optaron por Parisi, del nuevo Partido de la Gente, que en su campaña por redes sociales se presentó como el candidato “outsider” y encarnó el rechazo a los políticos tradicionales.
El politólogo Marcelo Mella, de la Universidad de Santiago, cree que los votantes de Parisi “se dividirán en tres tercios”, según explicó a Clarín: “Un tercio votará a Boric, otro a Kast y probablemente otro tercio no irá a votar”.
En pocas horas se develará el misterio. Luego vendrá, para el ganador, el trabajo más complejo.
