El cese de las actividades causada por la pandemia, privó de los ingresos necesarios a miles de familias que hoy deben ser asistidas alimentariamente. Ante esto, los mismos vecinos y organizaciones sociales se calzaron el delantal e iniciaron nuevas ollas populares que hoy reparten miles de viandas a quienes las necesitan en los barrios.
Nadie conoce mejor las necesidades del comodorense que el propio vecino. El que camina las calles embarradas en cada lluvia, el que sabe que en “El Atardecer” falta gas, que en “Los Arenales” falta un acceso digno, que en el barrio “Cerro Tres Cruces” falta todo, por nombrar algunos.
Pero la crisis desatada –o profundizada- por el coronavirus, hace todavía más difícil la situación de las familias, porque ahora a muchas más les falta la comida en la mesa.
En los barrios se sabe: no hay comedor que de abasto con el aumento exponencial de personas que necesitan la ración del día. El parate productivo por la cuarentena, privó de su trabajo a quienes vivían del día a día, y dejaron de percibir los ingresos con los que accedían al alimento.
Esto también generó nuevos “pobres covid”, aquellos que tenían trabajos estables pero la interrupción de actividades en sus rubros obligó al cierre de comercios y la consecuente pérdida de empleo.
El trabajo informal se vio aumentado y muchos buscaron alternativas para seguir percibiendo los ingresos tan necesarios en esta época: la venta ambulante y la venta online son rubros que tuvieron un enorme crecimiento. Además, los negocios gastronómicos debieron adoptar el servicio de delivery y take away, que de igual manera no alcanza a cubrir ni un 20% de sus ganancias anteriores.
NUEVAS BOCAS, MÁS AYUDA
Los comedores comunitarios siempre estuvieron, y suelen ser un gran indicador de la actualidad de la sociedad. La concurrencia a éstos refleja el panorama económico y social mejor que cualquier otro cálculo. Miles de porciones de comida son entregadas por día, multiplicándose los fines de semana, donde se suman aún más organizaciones y vecinos a cocinar.
Esto se evidencia en los barrios, donde a falta de un comedor, hay una olla popular organizada por personas “comunes” en el patio de un conocido, la vereda de la cuadra de un barrio, la sede vecinal o el predio de un club deportivo.
Cualquier lugar es bien utilizado por quienes organizan estas ollas populares, con el objetivo de brindar un plato de comida a quienes más lo necesitan, asistiendo a cientos de familias por día.
A lo largo de la pandemia que se cobró una enorme cantidad de empleos poniendo en jaque la situación económica de miles de familias, las ollas populares comenzaron a gestarse en Sismográfica, Club Jorge Newbery, Club Huracán, Fracción 14 y 15, la Liga de los Barrios, Club Deportivo Los Halcones, La Saladita, Juan XXIII, iglesias y los tradicionales comedores comunitarios que brindan asistencia incansable e ininterrumpida. Ahora, como en cada crisis, la mano que necesitan los comodorenses en el marco de crisis, sigue siendo tendida por los mismos vecinos.