Stéfano Zamagni, asesor de los últimos dos papas, destacó que el país cuenta con capital humano, recursos naturales y empresas. «Sí le falta capacidad de poner los tres elementos en un acto de humildad”, advirtió.
El académico definió ese acto de humildad como «tener los pies en la tierra, es decir, conocer las vías para no tener problemas».
«Estas son articular el diálogo entre las instituciones políticas, las empresas y la sociedad civil, con un rol importante de todas las iglesias. Es decir, responder a la idea de la subsidiariedad circular, en la que no sólo se debe dialogar una vez al año. No es democracia que el Gobierno haga lo que piense, sino que siempre debe ponerse al servicio del bien común», resaltó Zamagni.
El catedrático de la Universidad de Bolonia, asesor de los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI (se le atribuye una gran influencia en la redacción de la encíclica de Benedicto XVI «Caritas in veritate») y consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz del Vaticano, fue invitado por el Foro Ecuménico Social, con el patrocinio de BBVA Francés, a participar de la primera sesión 2013 de la Cátedra Abierta de Responsabilidad Social y Ciudadana.
«En América Latina, como en la Argentina, no es reconocido el rol de la empresa, como ocurre en Europa. Eso se debe a que se pasó del concepto de empresa institución que perdura en el tiempo, como pensaron Olivetti, Ford, Rockefeller y otros, al de empresa commoditie, que se puede vender en el corto plazo», dijo el experto.
«De ahí que se asista a un escenario de crisis en la que los jóvenes que buscan un empleo no lo encuentren y aquellos que no lo buscan lo tengan en exceso», aludieron otros expertos que hicieron la presentación de Zamagni en un colmado auditorio de la Cancillería argentina.
Causas de la crisis internacional
«Esta crisis profunda, que no es temporal y por tanto con posibilidades de generar oportunidades, sino antrópica, en el que se vive el presente porque se ven amenazas en el futuro, tiene su origen en tres causas relevantes», explicó Zamagni.
En primer lugar el académico identificó la globalización que comenzó hace 30 años; antes existía la internacionalización. La segunda es la tercera revolución industrial, que significa el fin del taylorismo sobre la organización científica del trabajo, es decir que la estructura de decisión tiene que ser vertical: los que saben deben decidir, cuando el conocimiento es un bien público, no privado. Y la tercera, de naturaleza cultural, es el individualismo libertario, que es una novedad de los últimos decenios.
«Esto ha determinado un desastre porque ha decretado el fin del principio de la solidaridad, porque no busca la ayuda del otro. De este modo se cayó en todo el mundo, incluida la Argentina, en la paradoja de la felicidad, que consiste en la pérdida de relación entre el aumento del PBI por habitante y el nivel de satisfacción de las personas», explicó Zamagni.
De ahí que recomendó «pasar de instituciones exclusivas, que generan burocracias e improductividades, a otras inclusivas, que lleven a cambiar la idea de la cadena de valor cuya fuerza queda determinada por el eslabón más débil, al de la cuerda, que al estar construida por hilos entrelazados, si se corta uno, no se rompe», concluyó el catedrático.