Ambos países declararon la ley marcial y movilizaron sus tropas luego de combates en Nagorno-Karabaj. Hay al menos 23 muertos y cientos de heridos.
Armenia y Azerbaiyán se hallaban este domingo al borde de la guerra, tras estallar violentos combates entre fuerzas azeríes y separatistas de la región de Nagorno-Karabaj, apoyados por el gobierno armenio, que declaró la movilización de sus tropas y la ley marcial. Poco después, las autoridades azeríes hicieron lo propio. La ONU pidió un alto el fuego, consignó Ámbito.
En un clima muy tenso, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliev, dijo que su ejército asesta «golpes devastadores» al enemigo y prometió «vencer» en estos combates. A su vez, Armenia declaró la movilización general y la ley marcial, y su primer ministro, Nikol Pashinian, llamó a «estar preparados para defender la patria».
Nagorno-Karabaj es una región secesionista de Azerbaiyán, de mayoría armenia y que cuenta con el apoyo de Ereván. A principios de los años 1990, fue escenario de un conflicto que dejó 30.000 muertos.
Desde entonces, las autoridades azeríes quieren retomar su control, aunque sea a la fuerza. Las negociaciones de paz están en punto muerto desde hace años.
Un conflicto mayor entre Armenia y Azerbaiyán podría generar la intervención de potencias rivales en la región, como Rusia y Turquía.
Un vocero del Ministerio de Defensa azerí anunció que el ejército de su país había conquistado este domingo seis pueblos bajo control armenio en los combates en Nagorno-Karabaj.
El secretario genera de Naciones Unidas, Antonio Guterres, se manifestó «extremadamente preocupado» por la nueva reanudación de las hostilidades entre ambos países.
«El Secretario General pide enérgicamente a las partes de interrumpir inmediatamente los combates, aliviar las tensiones y volver a las negociaciones significativas sin demoras», dijo en una nota el vocero de Guterres.
Estados Unidos se unió el domingo al llamado mundial para que Armenia y Azerbaiyán pongan fin a los enfrentamientos iniciados hace décadas por la disputa de la región separatista Nagorno Karabaj, respaldada por el gobierno armenio.
El Departamento de Estado Unidos dijo que ha contactado con los dos países «para urgir a ambas partes a cesar inmediatamente las hostilidades, usar los vínculos de comunicación que existen para evitar una mayor escalada y a evitar la retórica y las acciones inútiles».
«Es importante hacer todo lo posible para evitar una escalada en la confrontación, pero lo principal es poner fin a las hostilidades», dijo el presidente de Rusia, Vladímir Putin, después de una conversación telefónica con el primer ministro de Armenia.
La Unión Europea (UE) y Francia también exhortaron a un alto el fuego. Mientras que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, aliado tradicional de Azerbaiyán, renovó su apoyo a este país en conversación telefónica con su homólogo azerí.
«La OTAN está profundamente preocupada por las informaciones sobre hostilidades militares a gran escala a lo largo de la Línea de Contacto de la zona de conflicto de Nagorno-Karabaj», indicó la Alianza en una declaración del representante especial para el Cáucaso y Asia Central, James Appathurai.
Al menos 16 militares separatistas armenios murieron y más de un centenar resultó herido en estos combates, según las autoridades de Nagorno-Karabaj.
Los beligerantes, que se culpan mutuamente de iniciar las hostilidades, dieron cuenta igualmente de pérdidas civiles. Ereván anunció la muerte de una mujer y un niño y Bakú señaló la de una familia de cinco miembros.
Las dos antiguas repúblicas soviéticas están en conflicto desde hace décadas por la región secesionista de Nagorno-Karabaj. Separatistas y azerbaiyanos se enfrentan de forma recurrente, pero también lo hacen directamente Armenia y Azerbaiyán.
Estos dos países ya se enfrentaron en su frontera norte el pasado mes de julio en los combates más graves desde 2016 y que hicieron temer la desestabilización de la región. Entonces Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea, pidieron a ambos que pusieran fin al conflicto mientras que Turquía brindó su pleno apoyo a Bakú.
Azerbaiyán cuenta con inmensas reservas de petróleo, lo que le permite cuantiosos gastos militares. Armenia, mucho más pobre, es un país más cercano a Rusia, que tiene ahí una base militar.
Moscú vende armas a ambos países, pero se ha erigido en árbitro en la región, evitando de momento una guerra abierta.