El economista francés Pierre Salama, profesor emérito de la Universidad París XIII, es especialista en economía latinoamericana y una de las voces más destacadas del campo heterodoxo. En diálogo con Cash, sostuvo que el plan del FMI no eliminará la debilidad argentina, sino que la profundizará. Afirmó que el Fondo ya ha fracasado en el primer acuerdo y duda de que pueda ser exitoso en el segundo. Sentenció que con la deuda existe coincidencia en que lo que falta saber es cuándo y de qué manera se efectuará la cesación de pagos.
“Surrealista”. Esa es la primera definición que se le ocurre al economista francés Pierre Salama para definir tanto el encuentro del G20 como los planes para la Argentina por parte del FMI. Invitado por Clacso para el Foro Mundial del Pensamiento Crítico, Salama, profesor emérito de la Universidad Paris XIII, especialista en economía latinoamericana, y una las voces más renombradas del campo heterodoxo, resaltó ante Cash la paradoja de que el grupo de los 20 países económicamente más poderosos se den cita en uno de los más vulnerables del planeta. Además sostuvo que el plan del FMI no eliminará la debilidad argentina, sino que la profundizará, ya que “ellos mismos consideran que su plan de ajuste provocará en 2019 una crisis aún más profunda que la actual, de manera que su programa no es para evitar una crisis, que sabemos que va a llegar, sino solo para ver la posibilidad de que algo cambie en dos años”.
¿Considera que la crisis es responsabilidad del programa del FMI?
–Es importante señalar que si bien el FMI intenta aplicar una política de ajuste, ésta viene de Macri, cuyo único objetivo fue lograr el visto bueno del FMI para recibir dólares y disminuir el impacto de esta crisis. Pero es claro que el FMI no puede controlar nada, solo su búsqueda por profundizar el ajuste, lo cual va a aumentar la crisis, no disminuirla.
¿Por qué intervino el FMI?
–Lo que sucede es que este organismo está encarando el desafío que le plantea Trump, que busca desarrollar el proteccionismo y los acuerdos bilaterales prescindiendo de los organismos multilaterales, por lo que necesita resolver la crisis de Argentina, y eventualmente la de Turquía, para demostrar que el multilateralismo puede resolver los problemas. Pero ya han fracasado en el primer acuerdo con Argentina y está por verse que pasará con el segundo.
¿Es posible evitar un default o, como planteó Joseph Stiglitz, una reestructuración de la deuda argentina es inevitable?
–No solo Stiglitz, todos en el mercado financiero consideran que Argentina está cerca del default. No hay aquí ningún secreto. El tema es saber cuándo y de qué manera se efectuará. Si con una decisión unilateral, de forma brutal, o con negociaciones previas.
¿Por qué?
–Sucede que la crisis de hoy en Argentina tiene como características un déficit fiscal del 5 por ciento y uno de cuenta corriente de la misma dimensión, lo que suma un diez por ciento del PIB, una cifra enorme. A esto se suma una deuda que el actual gobierno incrementó hasta llevarla al 80 por ciento del PIB, lo que exhibe la gravedad del cuadro e implica que posiblemente la crisis que se está incubando sea la mayor desde el estallido de la convertibilidad.
MACRISMO
¿Esta crisis era evitable sin la gestión del macrismo?
–Macri tiene una gran responsabilidad por las medidas que tomó, pero tampoco recibió una buena herencia. Debo decir que no hubo un paraíso perdido. La situación era preocupante hacia el final de la gestión de Cristina. Había mucho control estatal y mucho cambio en las reglas de juego. Además la alta inflación tenía como contraparte pequeñas devaluaciones del peso, lo cual impedía una buena rentabilidad del capital. Eso fue diferente con Néstor Kirchner, y al inicio de la gestión de Cristina, donde sí se experimentó una reindustrialización, pero luego vemos que el Indec no midió bien guarismos claves y todo esto llevó a una situación muy compleja.
En Argentina la apreciación de la moneda fue utilizada como ancla antiinflacionaria ¿Podría haberse evitado esto sin provocar una aún mayor inflación y disturbios económicos y sociales?
–Hay que tener cuidado con la regla de Taylor, ese enfoque monetarista que postula la reapreciación de la moneda y las altas tasas de interés para combatir la inflación. Vemos que algunos países como los asiáticos, sin tener apreciación de la moneda, lograron una tasa de inflación adecuada.
De todas maneras el anterior gobierno tuvo varios períodos con tasas negativas.
EXISTEN FUERTES TENSIONES INFLACIONARIAS
–Argentina puntualmente cuenta con un tejido industrial demasiado débil, lo cual incide en la oferta debido a las importaciones, y la devaluación impacta entonces de manera diferente que en otros países. Es cierto que acá el impulso a la inflación es más fuerte, aunque en el estallido de la convertibilidad se experimentó una superdevaluación sin una inflación que la acompañe de la misma forma, más allá de que es cierto que se experimentaba una gran recesión. Pero también podemos citar el inicio de la presidencia de Carlos Menem, que acabó con la hiperinflación de forma inmediata luego de sufrir un pico. Por eso es un asunto bien complejo, y no he visto grandes trabajos académicos sobre el tema, por ejemplo no se evaluaba si la oferta había sufrido de apreciación cambiara antes de la devaluación.
BRASIL
¿Piensa que en Brasil la crisis se incubó desde antes de la llegada de Temer?
–Brasil es diferente. Su moneda se apreció aunque no por la inflación, pero el costo fue también una desindustrializacion prematura, aunque no tan grande como la de Argentina porque tiene un mayor entramado. Y eso también condujo a la reprimarización de la economía, todo lo cual fue llevando a la peor crisis brasileña desde 1930.
¿No incidió que Dilma Rousseff haya hecho un giro ortodoxo al designar al neoliberal Joaquim Levy, y que luego haya sufrido el golpe blando de la derecha, antes que el modelo económico que llevó adelante el PT?
–De hecho la campaña de Dilma era contra el neoliberalismo y luego nombra a Levy que es el segundo del Banco Bradesco. En mi opinión Lula tuvo una gran capacidad política, mucho más que Dilma, y hay que resaltar lo que se redistribuyó durante sus mandatos. Pero en su segunda presidencia la apreciación de la moneda y el proceso de desindustrialización se aceleró. La llegada de Dilma, que como se ve también tuvo su herencia, comenzó mejor en lo económico, con un intento de frenar la desindustrialización y la evolución de la tasa de cambio, pero la oposición le impidió avanzar, y la crisis de las materias primas precipitó la crisis.
RECESIONES
Europa también sufre de esta creciente financiarización de la economía. ¿Cuál es la diferencia con los países latinoamericanos en sus impactos?
–En Europa no sufrimos crisis recesivas como en Latinoamérica. Nunca en los últimos tiempos se llegó a lo de Brasil, que cayó un 3,5 en 2015 y un 3,8 en 2016, con una suba muy fuerte de la pobreza y donde además los más ricos, que viven en parte de la crisis, se fortalecieron económicamente. Europa tiene muchos problemas, pero no parte de una desigualdad tan extrema, y la política social es mucho mas fuerte. De hecho, ella fue la que permitió frenar la recesión, combinado con un sistema fiscal no tan regresivo, ya que en Francia o Inglaterra, por ejemplo, el Gini antes de los impuestos, en una escala de 1 a 100, se modifica entres 12 y 15 puntos, y acá solamente 2, que es casi nada.
En la actualidad, el mundo financiero parece autonomizarse del productivo, sin embargo en las crisis se relaciona directamente. ¿Cómo explica esta aparente paradoja?
–Eso es un fetichismo, la idea de que no tienen relación, cuando justamente la elevada financiarización tiene como consecuencia un estancamiento de los salarios, porque las ganancias financieras se pagan mediante la extracción de plusvalía, con lo que las empresas deben aumentar la misma disminuyendo crecientemente el peso relativo de los salarios, hasta el momento en que no se logra continuar con este circuito, y sobreviene la crisis.