Daniel Rodríguez buscó blindarse de las preguntas. “Yo no vi”, “yo no estaba”, “yo vivía lejos”, fueron las frases recurrentes de una declaración testimonial que prometía mucho pero dio poco para reconstruir el relato de Fabiola Yañez en su denuncia por violencia de género contra Alberto Fernández. El exintendente de la quinta de Olivos no solo negó haber interferido en un hecho de violencia entre la pareja, sino que además refirió jamás haber escuchado gritos ni peleas. La violencia verbal a la que se aludió, dijo, le fue comunicada a través de terceros. Solo admitió haber escuchado frases del tono “Fabiola, apurate que vamos a llegar tarde a votar”, el día de las elecciones legislativas de 2021.
Su testimonio captó la atención de los investigadores por su mención a Teresa, una ama de llaves. Dijo que ella le contó que Fabiola se había caído en la bañadera y que, luego, le pidió a él que le cuente al entonces presidente. No hizo referencia a una eventual ingesta de alcohol en este episodio. Según fuentes de la fiscalía, no hay dudas de que la ama de llaves va a ser llamada a declarar más adelante. Las cosas que Rodríguez sabía, las sabía por Teresa, dio a entender.
Rodríguez se cubrió con distintas explicaciones para sostener que no conocía la existencia de agresiones. Relató que no era amigo de Alberto Fernández, sino que tenía una relación profesional y de cuidado, pero que no hablaba con él de cuestiones personales o íntimas (algo similar a lo que dijo María Cantero, su exsecretaria). Además, explicó que su vivienda en la quinta quedaba lejos del chalet, aportó un croquis y mostró que su casa estaba a 600 metros de la casa principal, donde residía la pareja presidencial.
Un dato nuevo que aportó es que a mediados de octubre de 2022 se mudó de la Quinta de Olivos, por lo que se retiraba a la tarde y no pasaba las noches en el predio. ¿Se quedaba en la casa de Héctor Martínez Sosa, marido de Cantero, broker de seguros y viejo conocido de su jefe, donde lo encontraron en los allanamientos de la causa de los seguros? No puede descartarse que los indicios de vínculo comercial entre Rodríguez y el matrimonio Martínez Sosa, y de estos con Fernández, los una a los cuatro. Por último, dijo que de “haber sabido [sobre violencia de género], habría renunciado”.
Lo cierto es que las situaciones que relató no configuran ni ayudan a probar hechos puntuales de violencia. Aún las agresiones verbales que comentó son calificadas de “menores” en esta instancia, como peleas por llegadas tarde. Sin embargo, sí hizo hincapié en dos cuestiones que son claves para entender la evolución del vínculo y supuestos cambios drásticos en el comportamiento de Fabiola Yañez luego de la violencia que denunció, entre el 10 y 12 de agosto de 2021, cuando se revelaron las fotos de la fiesta en Olivos.
Rodríguez fue lapidario en cuanto a que después de esas fechas, Fabiola pasó de ser un cascabel, con energía y amigos alrededor, a estar sola y aislada. Habló bien de ella, comentó que la acompañó en ocasiones a eventos caritativos de la Fundación Banco Nación y que era una mujer con energía, algo que desapareció después de esa semana en donde se revelaron las fotos del festejo mientras regía la cuarentena, pero donde ocurrieron otros hechos: una discusión de pareja por una tercera en discordia y un embarazo que se estaba confirmando.
Ahí entra su testimonio respecto de Sofía Pacchi, quien en un primer momento se creía que era la amiga a la que Fernández le había escrito. Rodríguez dijo que era vox populi el rumor sobre una relación sentimental e íntima entre el expresidente y la amiga de su mujer. Por esos días hubo cambios en la dinámica del vínculo entre ellos tres que podrían haber enfurecido a Fabiola, lo que incentivó el reclamo de la mujer y habría producido el golpe que ella denunció.
Un detalle no menor. Rodríguez dio precisiones sobre el sistema de vigilancia en Olivos. Dijo que no hay prácticamente cámaras en el interior de la quinta, solo en el perímetro. Refirió que hay varios domos en la arboleda, pero que no llegaban a dar a la mayor parte del interior. Hizo una corrección sobre que había un domo que daba a la pileta y una de las habitaciones de afuera y que Fabiola pidió que, cuando estuviera allí con la familia, no se la filmara. Rodríguez dijo que trasladó ese planteo a los trabajadores de la Casa Militar y a los técnicos. También pidió a los granaderos que se alejen.
A diferencia de lo que sucedió con Cantero, Silvina Carreira, la abogada de Fernández, no interrumpió la declaración de Rodríguez. Nada le pareció lo suficiente incriminatorio como para frenar su exposición.