Alemania se sumará al grupo de países de la Unión Europea que han reactivado sus programas atómicos tras llegar hoy el gobierno de la canciller Angela Merkel a un acuerdo para alargar la vida útil de las centrales nucleares del país por un periodo de 12 años en promedio.
La iniciativa, que deberá ser sometida a votación en el Parlamento, permite a las cuatro grandes empresas energéticas continuar operando los reactores a cambio del pago de impuestos millonarios que contribuyan a consolidar los presupuestos públicos y a desarrollar las energías de recursos renovables, según indica un cable de Dpa.
Tras un tira y afloja de meses, los democristianos de Merkel y sus socios del Partido Liberal convinieron una solución escalonada para ampliar el funcionamiento de las centrales de acuerdo a su antigüedad y a las condiciones de seguridad.
El compromiso negociado hoy en la cancillería tras doce horas establece que las centrales nucleares más recientes -construidas a partir de 1980- permanezcan en funciones 14 años más de lo previsto hasta ahora. Las centrales más antiguas, en tanto, seguirán funcionando ocho años más de lo planeado.
Alemania cuenta con 17 reactores nucleares que suministran el 22 por ciento de la electricidad. Debían ser apagados sucesivamente hasta 2025 en virtud de un acuerdo pactado en 2000 por el gobierno del socialdemócrata Gerhard Schröder con las operadoras.
Al asumir el poder en octubre pasado, conservadores y liberales se comprometieron en el pacto de coalición a prolongar la fase de funcionamiento de las usinas consideradas más seguras y así poder cumplir con las ambiciosas metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Alemania se propone reducir en un 40 por ciento las emisiones de dióxido de carbono hasta 2020 y en un 85 por ciento hasta 2050.
Para poder mantener las centrales en funcionamiento, REW, E.ON, Vattenfall y EnBW serán llamados a pagar un «impuesto al combustible nuclear», a través del cual el gobierno espera recaudar a partir de 2011 y por un espacio de seis años unos 2.300 millones de euros anuales para aliviar la delicada situación del presupuesto público tras la crisis financiera y costear el saneamiento del depósito de residuos nucleares de Asse.
Las operadoras energéticas tienen gran interés en prolongar el funcionamiento de las centrales, que les aportan pingües beneficios al haber amortizado las inversiones en la mayoría de las plantas y por el precio del uranio, que es más barato que el carbón y el gas.
Para extender la vida de los reactores, el gobierno de Merkel intentará formular una ley que no necesite la ratificación por parte de la Cámara Alta, el Bundesrat, donde perdió la mayoría y se enfrentaría al veto de la oposición socialdemócrata y verde.
El Partido Socialdemócrata ha amenazado con ir hasta el Tribunal Constitucional en caso de que no se consulte a las regiones aún cuando la decisión del apagón nuclear fue tomada por socialdemócratas y verdes también prescindiendo de la anuencia del Bundesrat.
Varios centenares de manifestantes antinucleares protestaron hoy contra los planes de reactivación nuclear, entre ellos los principales dirigentes de la oposición. «El gobierno vuelve a desatar uno de los mayores conflictos sociales de la república sin necesidad», afirmó el presidente de la socialdemocracia y ex ministro de Medio Ambiente, Sigmar Gabriel.
Un informe de la organización ambientalista «Greenpeace» citado por el diario «Süddeutsche Zeitung» sostiene que la prolongación de la vida de las centrales debe recibir también el visto bueno de la Unión Europea en virtud de una ley sobre residuos nucleares. La decisión de aplazar el «apagón» nuclear podría desatar la protesta ciudadadana. Pocos debates tienen tanta carga ideológica en Alemania como el de la energía nuclear, que rechaza una parte de la población desde las épocas de las grandes manifestaciones de los años 70 y 80.
Una encuesta publicada la semana pasada por la televisora pública ZDF indica que 56 por ciento de los alemanes son contrarios a que sigan funcionando más allá de lo pactado y un 70 por ciento respalda el impuesto atómico. Incluso un 81 por ciento también ve con buenos ojos que se imponga una segunda tasa en caso de que se prolongue la vida de las usinas.
Con la decisión de hoy, Alemania se suma a otros varios países europeos que abandonaron el veto a la energía nuclear como Suecia, Italia, Finlandia y Polonia.
Fuente: Telám