En medio de la escalada de tensiones en el Frente de Todos, el Presidente decidió liderar un homenaje a científicos desaparecidos en el Ministerio de Ciencia y Tecnología junto a Daniel Filmus. Será a las 10, cuatro horas antes de la masiva movilización que planea el kirchnerismo junto a organizaciones de DD.HH., desde en la ex ESMA a la Plaza de Mayo.
El Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, quizá la fecha más emblemática para el conjunto de los campamentos del Frente de Todos, encuentra a la coalición de gobierno en su peor momento desde que asumió. Como adelantó Infobae, los actos del jueves dejarán en evidencia las diferencias en el oficialismo, que hoy aparecen como irreconciliables a pesar de los pedidos de unidad por parte de algunos actores del espacio. Alberto Fernández ya decidió tomar distancia de la masiva movilización que organiza La Cámpora desde la ex Esma hacia la Plaza de Mayo junto la Asociación de Madres que conduce Hebe de Bonafini (quien, no casualmente, ayer recibió a Cristina Kirchner en la sede de la organización). En cambio, después de meditarlo varios días, el Presidente eligió encabezar un acto propio: recordará la trágica fecha en un homenaje a científicos desaparecidos que se realizará en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
El año pasado, el presidente había participado de un homenaje a los trabajadores desaparecidos en la ex ESMA, días antes de que se cumplieran 45 años del golpe de Estado. Esta vez, no recordará a las víctimas del terrorismo de Estado en el ex centro de desaparecidos, sino que liderará una ceremonia en la sede de la cartera que conduce Daniel Filmus. Será por la mañana, a las 10, horas antes de la convocatoria a la marcha convocada para las 14 por el kirchnerismo -a través a la secretaría de Derechos Humanos que conduce el funcionario del riñón de Cristina Kirchner, Horacio Pietragalla, y las redes sociales de La Cámpora-, en el Espacio para la Memoria.
Alberto Fernández eligió recordar a los desaparecidos por el Golpe de 1976 en un acto puertas adentro y de características institucionales, junto a un ministro de su confianza. Allí se entregarán legajos reconstruidos de los científicos desaparecidos o asesinados a sus familias. El Presidente evaluó desplazarse luego al interior, en un vuelo rumbo a La Rioja, para participar de otra conmemoración, junto a un gobernador justicialista afín, Ricardo Quintela, en honor al monseñor Enrique Angelelli. Era un viaje propuesto por el jefe de Gabinete, Juan Manzur. Sin embargo, esta visita se dejó de lado en la tarde del martes. En plena ebullición en la fuerza que lidera junto a Cristina Kirchner, el jefe del Estado no quiere dar la impresión de que se aleja del centro de la escena.
Al día siguiente, está previsto que el primer mandatario continúe con una actividad en la misma línea, desde Buenos Aires, por la firma, en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), de un convenio con la Casa de la Moneda para digitalizar sus archivos y ponerlos a disposición de los organismos de Derechos Humanos.
La Cámpora prepara otro tipo de ceremonia, multitudinaria, a través de una marcha de proporciones que auguran inéditas para la fecha. “Va a haber mucha, mucha gente”, enfatizó un vocero del espacio, que busca desde hace semanas convocar a la mayor cantidad de organizaciones para hacer una demostración de fuerza durante la conmemoración. En la Plaza de Mayo, a donde la primera plana de la organización de Máximo Kirchner planea llegar a pie junto a la masa luego de una procesión de 13 kilómetros, se habrá montado un escenario. Pero todavía no está decidido si los dirigentes políticos hablarán desde allí, o se priorizarán los discursos de los representantes de los organismos de Derechos Humanos afines. Tampoco está descartada la presencia de Cristina Kirchner, que usualmente deja hasta último momento la confirmación de sus apariciones.
En el Gobierno relativizaron la ausencia del Presidente en la ex ESMA y alegaron que no se acostumbra a politizar los actos por el Día de la Memoria. Pero las consignas que lanzó el kirchnerismo tienen un claro contenido político y económico vinculado con el contexto actual. Las Madres de Plaza de Mayo, bajo la conducción de dirigente de Derechos Humanos y referente del kirchnerismo Hebe de Bonafini, formarán parte de la marcha con un planteo muy duro contra el FMI -referente a la “muerte de niños” como consecuencia de las políticas de ajuste- y, por extensión, contra el Ejecutivo y Juntos por el Cambio. Ayer, las Madres le dieron apoyo explícito a Cristina Kirchner en la interna, al recibir a la Vicepresidenta en la sede de la Asociación. Luego difundieron una foto del encuentro, con un mensaje escrito para hacer hincapié en la buena sintonía entre ambas.
“Fue muy fructífero, hablaron mucho y la vicepresidenta, con el afecto que la caracteriza, saludó a todo el personal de la Casa de la Madres. Al despedirse, Hebe y Cristina estaban muy emocionadas”, expresaron desde la cuenta oficial de la organización. La reunión fue elocuente: De Bonafini es una de las referentes del kirchnerismo más crítica de Alberto Fernández desde que su primer año como Presidente. Últimamente lo cuestiona en público por el acuerdo con el Fondo, pero durante los últimos dos años salió a apuntar en su contra en distintas ocasiones, por sus acercamientos con sectores empresarios y por su gestión económica.
No es la primera vez que una fecha vinculada a la temática del terrorismo de Estado se ve atravesada por las distancias en el Gobierno. En diciembre de 2020 hubo una serie de versiones cruzadas por las participaciones en un acto por del Día Internacional de los Derechos Humanos, también en la ex ESMA, donde finalmente Alberto Fernández y Cristina Kirchner coincidieron en un escenario junto a representantes de los organismos, aunque con evidentes desaires de la Vicepresidenta, que en ese momento ya había mostrado señales de desaprobación, a través de su primera carta incendiaria a la gestión de su delfín en las elecciones que lo habían llevado a la Casa Rosada exactamente un año antes.
La distancia entre ambos actos se enmarca en la sucesión de los cruces públicos en el Frente de Todos de las últimas semanas, que tuvieron su última expresión con la sorpresiva carta de intelectuales K, el lunes, y con las fuertes declaraciones de Alberto Fernández, ayer. En diálogo con El Destape, Alberto Fernández recordó que las decisiones están a su cargo, en calidad de Presidente, y sus palabras despertaron una nueva ola de malestar en el kirchnerismo, donde las leyeron como “una provocación”, según dijeron cerca de un importante ministro que responde a Cristina Kirchner.
Sin embargo, algunas miradas en el espacio de la vicepresidenta buscaban mostrarse más conciliatorias y adelantaban que la situación entre ambos “se va a resolver”, a pesar de que hoy no hay diálogo entre ambos, como confirmó dos veces la semana pasada la portavoz, Gabriela Cerruti. “Alberto dijo exactamente lo mismo que planteó Cristina. Que el Presidente es él y que en tanto, él debe hacerse responsable por sus decisiones”, dijeron en una oficina kirchnerista para intentar poner paños fríos sobre la flagrante pelea en la cúpula del Gobierno.
En el kirchnerismo se defienden y aseguran que es “mentira”, como plantean desde el albertismo, que estén “poniendo trabas” a la gestión del primer mandatario. “Hay algunos desacuerdos por cuestiones puntuales. Primero fue por la falta de percepción sobre lo que pasaba en la calle, de cara a las elecciones. Y quedó claro que así era, vistos los resultados. Y después, con el acuerdo con el Fondo. Pero todas las críticas las hicimos de cara a la gente, no con declaraciones en off como ellos. Con la carta de Cristina después de las PASO, y con la renuncia de Máximo, también explicada en una carta”, intentó justificar un funcionario de la órbita camporista.
En los despachos que responden a la Vicepresidenta y a Máximo Kirchner creen que la disputa se resolverá cuando Cristina Kirchner y Alberto Fernández “se sienten a hablar”, y enfatizaron en la necesidad de que esto se produzca a partir de esfuerzos en privado, no a través de discursos y cartas públicas. “Hay alboroto abajo, con críticas y pedidos, en paralelo, para que haya diálogo. Pero eso se hace puertas adentro, trabajando para la unidad, no en los medios. Cuando haya voluntad para hacerlo, va a pasar”, sostuvo, enigmático, un importante vocero del camporismo.
Según auguraron, aunque sin tener precisiones, la esperada conversación de reconciliación entre el Presidente y la Vice “no va a pasar en lo inmediato”fr Primero, al menos, deberá pasar el mojón del 24 de marzo, donde La Cámpora buscará afianzarse en el familiar terreno de la defensa de los derechos humanos. Mientras tanto, el Gobierno está al límite de la ruptura por las internas vinculadas con el manejo de la crisis económica y el acuerdo con el FMI, con los respectivos posicionamientos para las elecciones presidenciales de 2023 como telón de fondo. Hoy nadie se atreve a afirmar, sin dudar, que haya margen para la reconstrucción del frente oficialista.