El 80% de niñas, niños y adolescentes de entre 12 y 14 años que denunciaron haber sido víctimas de abusos dijeron que pudieron reconocer esa violencia sexual gracias a una clase de Educación Sexual Integral (ESI) en sus escuelas. El dato surge de un análisis de las denuncias que tomó el Ministerio Público Tutelar porteño. La cifra expone uno de los impactos del programa creado por ley hace 18 años, una iniciativa que puede ser desfinanciada en 2025, según denuncian varias organizaciones que estudiaron el proyecto de presupuesto que el actual Gobierno envió al Congreso.
En un análisis sobre el presupuesto 2025 realizado por la Asociación Civil por la Igualdad y la Justicia (ACIJ) y el Equipo Latinoamericana de Justicia y Género (ELA) se indica que se observa «la desaparición del Programa de Fortalecimiento de la ESI», que está bajo la órbita de la Secretaría de Educación, que depende del Ministerio de Capital Humano.
Ocurre que la proyección de gastos de la cartera educativa no incluye una línea de financiamiento exclusiva para la implementación de ESI, como sí existía en el de 2023 (prorrogado en 2024). Las organizaciones relacionan esa ausencia con los cuestionamientos que el presidente Javier Milei y otros referentes libertarios han realizado en torno a la educación sexual en los colegios con el argumento de que sirve para “adoctrinar” a los jóvenes.
“Vimos que para el año que viene ya no hay una línea presupuestaria identificable. Tampoco es posible saber cuánto van a gastar porque no está detallado. Este es un retroceso grande en transparencia en caso de que sí gasten algo en ESI y un indicio de que la ESI podría no existir más”, advirtió a LA NACION Julieta Izcurdia, abogada y directora del área jurídica de la organización ELA.
Si se compara el proyecto de presupuesto 2023 con el de 2025, indicó Izcurdia, en el primero la ESI se incluía en el llamado “Programa 29″ y su financiamiento figuraba en la “actividad 44 de Fortalecimiento de la Educación Sexual Integral”. Pero en el proyecto de presupuesto 2025, esa actividad de financiamiento “ya no está”.
Desde la Secretaría de Educación de la Nación se informó a LA NACION que «la ESI continúa». Así, detallaron que en el llamado “Programa 29, que corresponde a la Gestión Educativa y Políticas Socioeducativas, se contempla el desarrollo de actividades que están dentro de la Educación Sexual Integral”. No obstante, no hay referencia textual a la ESI en todo el documento ni en ese apartado cuyo objetivo, como en el presupuesto 2023, es “promover la igualdad y el efectivo goce del derecho a la educación”.
En solo uno de sus objetivos se indica que “se deben revertir las desigualdades y ampliar universos culturales y saberes” a través de la “educación para la afectividad y la sexualidad”.
En cambio, en el presupuesto 2023, en el Programa 29 se detallaba el objetivo de “revertir las desigualdades y ampliar los universos culturales y saberes” mediante diferentes programas, entre los que se enumeraban “derechos humanos, género, Educación Sexual Integral (ESI), medio ambiente, deportes, ciencias, artes y de manera destacada el nuevo Plan Nacional de Lecturas, en pleno funcionamiento”.
Para Izcurdia, “esto habla de una falta de continuidad que va a afectar una política fundamental para la educación en igualdad y prevención de violencias de género”.
Que la ESI no tenga lugar en el nuevo presupuesto coincide, para ACIJ y ELA, con el “desfinanciamiento del Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), que este año solo ejecutó un 15% de su presupuesto y en 2025 tendrá una reducción real del 27% de los fondos respecto al presupuesto vigente en 2024, del 78% en comparación con el de 2023 y del 85% en relación al de 2021″.
“Que se discontinúe la ESI y el ENIA pone en peligro la salud y los derechos de niñas, niños y adolescentes e implica un retroceso en la lucha contra la pobreza intergeneracional, la deserción escolar y el acceso a empleos de calidad para las juventudes”, resume Izcurdia.
Desde la cartera de Educación, explicaron que “se reformularon y crearon líneas de ejecución que simplifican el ejercicio presupuestario” y que «las principales acciones que se están desarrollando actualmente y se continuarán durante el año que viene son formaciones en afectividad y sexualidad, articulación con jurisdicciones con asistencias técnicas y pedagógicas (en el marco del mencionado programa 29), la evaluación, el monitoreo y el seguimiento de dichas acciones, y la producción de materiales educativos para abordar estas temáticas”.
Además, advirtieron que la ejecución de la que es una ley nacional “se articula entre la Nación y las jurisdicciones, definiendo las prioridades conjuntamente, pero sin dejar de lado ninguna de las líneas que componen el programa”.
No obstante, no respondieron cuál sería el presupuesto destinado ni si aumentará o se recortará. “No creo que el hecho de que en el presupuesto no se hable de ESI no es solo una cuestión económica o de ahorro”, advirtió Izcurdia. “Creo que hay un trasfondo conservador e ideológico claro detrás de la decisión que es contrario a la igualdad de oportunidades. Esto refleja que no les interesa garantizar el derecho a decidir de las jóvenes. Algo que es contrario al supuesto ideal de libertad que este gobierno enarbola”, concluyó.
Los resultados
La Educación Sexual Integral fue establecida a través de la Ley 26.150 (2006) como un derecho de niñas, niños y adolescentes en los tres niveles de todas las escuelas del país, sean de instituciones privadas o estatales, confesionales o laicas.
Fue pensada como una herramienta que abarca cinco ejes para que tomen decisiones responsables sobre el cuidado y respeto de su propio cuerpo; valoren las relaciones interpersonales libres de discriminación, coacción y violencia; garanticen la equidad de género; respeten la diversidad y ejerzan sus derechos.
Los contenidos de los diferentes niveles educativos fueron estipulados por el Consejo Federal de Educación en 2018 y marcan un piso mínimo. En resumen, en el nivel inicial se ven las partes externas del cuerpo humano y el vocabulario correcto para nombrar los órganos genitales; decir “no” en interacciones inadecuadas con otras personas; no guardar secretos que los hacen sentir incómodos, mal o confundidos.
En tanto, en el nivel primario y secundario, y de acuerdo a las diferentes edades, se ven los procesos de crecimiento; los vínculos socio afectivos; el embarazo, los métodos anticonceptivos y la prevención de las infecciones de transmisión sexual; el derecho a la intimidad y el respeto a la intimidad de los otros; la vulneración de derechos (abuso sexual, violencia de género y trata de personas); prevención del grooming; etc.
Para entender el contexto de esta ley, sirven los números: en Argentina, 6 de cada 10 víctimas de violencia sexual son niñas, niños y adolescentes. Y según Unicef, el 80% de los abusos ocurren en el hogar y son cometidos por familiares y personas cercanas a los niños o niñas víctimas, dato que refuerza la importancia de que la ESI se implemente en las escuelas.
Además de la identificación de abusos, tal como se registra en la práctica, “la medida más efectiva para prevenir el embarazo en la adolescencia es una intervención multisectorial que combine la ESI y acceso a servicios de salud sexual y reproductiva”, destacó a este medio Alejandra Scialabba, de la Fundación Kaleidos, que trabaja con madres y padres adolescentes para que continúen con sus estudios, ya que el tener un hijo a esa edad incide en la deserción escolar.
Los resultados del Censo 2022 confirman el impacto de las políticas desarrolladas en la prevención, tanto de la ESI como del Plan ENIA: se registró una reducción del 50% en la cantidad de adolescentes con hijos.
Es por eso que para Scialabba, especialista en niñez y adolescencia y licenciada en Ciencias de la Educación, “la ESI no solo permite que los chicos y chicas identifiquen situaciones de violencia, también promueve el respeto a los otros, y que tomen decisiones informadas sobre su sexualidad para prevenir embarazos no intencionales”.