En declaraciones a la prensa británica realizadas la semana pasada, la mujer dijo que su hijo vivía un «horrendo sufrimiento» y ella buscó ponerle punto final.
En las últimas horas, la madre de 77 años falleció, víctima también de una enfermedad terminal. Antes de morir admitió el crimen y dijo que buscaba cambiar la ley para permitir la muerte asistida en Gran Bretaña para personas con enfermedades terminales, publicó Clarín.
Dijo que su propio diagnóstico de cáncer de mama, páncreas y hígado había reforzado sus opiniones sobre la muerte asistida.
Su hija, Tabitha, dijo que Cooper estaba “en paz, sin dolor, en casa y rodeada de su amorosa familia” cuando murió el fin de semana. “Fue exactamente como ella lo quería. Vivió la vida a su manera y murió a su manera”, dijo en una declaración a la BBC.
Cooper nunca se arrepintió acerca de la decisión que tomó décadas atrás: «Fue lo correcto. Mi hijo estaba enfrentando el sufrimiento más horrendo y el dolor más intenso, no iba a permitir que pasara por eso».
Incluso cuando se le comunicó que estaba confesando homicidio involuntario o asesinato, la mujer no titubeó. Es más, aconsejó a la Policía que si iban a detenerla «43 años después de haber permitido que Hamish muriera en paz», tendrían que «ser rápidos, porque yo también me estoy muriendo
Justamente antes de su muerte, la policía había llegado a la casa de la mujer, presumiblemente para imputarla por su estremecedora confesión. Ayudar a alguien a morir es ilegal en el Reino Unido, pero el flamante primer ministro, Keir Starmer, prometió dar tiempo al parlamento para debatir el tema.