49% de inflación anual, el número terrible de la Argentina

En la «mesa chica» del Banco Central de la República Argentina, y luego de verificaciones con el Instituto Nacional de Estadísticas y Precios (INdEC), ya se conoce -y hay por lo menos dos informes enviados…

jueves 25/10/2018 - 23:06
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En la «mesa chica» del Banco Central de la República Argentina, y luego de verificaciones con el Instituto Nacional de Estadísticas y Precios (INdEC), ya se conoce -y hay por lo menos dos informes enviados al jefe de Gabinete de Ministros, Marcos Peña; y al ministro de Economía, Nicolás Dujovne, advirtiendo que el Índice de Precios al Consumidor (minoristas) cerrará 2018 con una variación interanual muy cercana al 49%. Esa es la realidad sobre la que debe imaginarse una política de ingresos, algo que es competencia y responsabilidad del Gobierno argentino, y de ninguna puede ni debe delegarse en el Fondo Monetario Internacional.

En base a las últimas proyecciones de las consultoras y del Relevamiento de Expectativas del Mercado publicado por el Banco Central sobre la inflación anual de 2018, la misma cerraría en un número cercano al 49%.

En el transcurso del mes de septiembre la inflación fue acelerándose, por lo que en octubre se espera un arrastre que corresponde al impacto de la suba del dólar.

Por otra parte, los aumentos en los precios regulados serán significativos; a la suba del transporte público se le agrega nuevamente aumentos de combustibles, aumento del gas por red, de peajes y de prepagas.

Por lo tanto, si bien la inflación comenzará a reducir su aceleración en octubre, la reducción no sería significativa, y estaría rondando el 5% -según publica Urgente 24-.

Para el último bimestre del año hay aumentos previstos de tarifas, pero no confirmados aún.

Impactará en noviembre parte de la aplicación de la última etapa del aumento del boleto en trenes y colectivos, habrá incrementos de prepagas en diciembre y probablemente haya algún ajuste más en combustibles.

Por otro lado, también queda pendiente suba del subterráneo, que puede aplicarse distribuido entre noviembre y diciembre, extender esta distribución a los primeros meses de 2019, o bien directamente dejarlo para principios del año que viene. Y también queda pendiente subas en el servicio de agua potable.

En primer lugar, entre agosto y septiembre no sólo hubo un abrupto salto del dólar, sino que tuvieron lugar significativos aumentos de tarifas y combustibles.

Esto implica que los precios deben acomodarse a un nuevo conjunto de precios relativos que seguramente generarán presiones en la última parte del año y el inicio del próximo, aun cuando se logre estabilizar el tipo de cambio.

Por otra parte, y producto de la caída del poder adquisitivo a lo largo de este año 2018, cercana al 10%, algunos sindicatos están previendo mejoras salariales para sus afiliados.

Si bien esto no tendría un alcance masivo (en enero se activarán las cláusulas de renegociación incluidas en la mayoría de las negociaciones pasadas), estas recomposiciones pueden también generar ciertas presiones para la suba de precios.

De todas maneras, cabe destacar que todo esto se dará en un escenario recesivo, lo que dificulta también el traslado a precios de los mayores costos: sólo subirían los precios cuya demanda se lo permita.

En este contexto, en el último bimestre del año la inflación mensual volvería a promediar 3%, similar a los meses previos al salto del dólar.

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