2 impuestazos implícitos: Inflación + Intereses de la deuda

El Presupuesto 2019, previamente consensuado con el FMI y la oposición peronista no K, que esta semana verá la luz revalida los cerca de US$15.000 millones de intereses devengados por el endeudamiento contraído por la…

lunes 29/10/2018 - 21:47
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El Presupuesto 2019, previamente consensuado con el FMI y la oposición peronista no K, que esta semana verá la luz revalida los cerca de US$15.000 millones de intereses devengados por el endeudamiento contraído por la Administración Macri en lo que va de gestión. Equivaldrían a dos años como el actual de exportación de soja y derivados. Es uno de los factores del ajuste aprobado para llevar a cero el déficit fiscal, que se paga además con menos salud, educación y protección social, y con un nuevo incremento de la presión impositiva, a contramano de la promesa oficial de irla reduciendo.

En lo que va de 3 años, en lugar de expandir las actividades productivas para extraer un reparto menos doloroso de las cargas, la Casa Rosada extrema la exacción a los mismos de siempre. El manejo la economía efectuado desde que llegó terminó achicando la torta privada (industria y comercio) generadora de recursos y empleo, a la vez que agrandó la financiera, de perfil netamente deudor y expulsor de capitales, con lo cual ahora que necesita recaudar más para restituir lo que la comunidad internacional dejó de prestarle, debe apelar a recortar un pedazo más de la renta agrícola y un bocado adicional del patrimonio de las personas: los bienes personales, que en el caso de las casas y departamentos urbanos ya venían fuertemente revaluados y con triple imposición: nacional, provincial y municipal. ¿Una buena para el vademécum del Fondo? Se viene superávit comercial el año que viene de US$3.500 millones que serán menos divisas para cambiar en los repagos de deuda. Es un poco porque mejorará la exportación agrícola pero mucho más porque la recesión ahorra divisas en importaciones.

La Administración Macri se acerca a su tercer año con la economía encorsetada en un crédito stand by con el Fondo Monetario Internacional sobre cuya viabilidad hasta los propios técnicos del organismo multinacional manifestaron desconfianza en un crítico documento dedicado a las malas praxis de la gestión.

En este tiempo, el endeudamiento público externo alcanzó los US$315.698 millones y simultáneamente se llevan fugados US$52.126 millones, que si se sumaran mostrarían un agujero verde (no precisamente por la esperanza) de US$367.824 millones, equivalente al más de la mitad de un PBI a los tumbos por segundo año consecutivo.

Casi casi que los dólares que salieron del país desde que asumió Cambiemos coinciden con la suma acordada con el FMI para bancar un ajuste que, por lo menos, dure hasta las elecciones de octubre.

Si en estos 3 años el valor agregado medido en la volátil paridad con la moneda norteamericana juntó un muy dispar 12% positivo, con inflación y presión tributaria en niveles récord, el salario en retroceso, el consumo interno por el piso y la pobreza y la desocupación en alza, ¿en qué recoveco social se podrían haber parapetado los eventuales beneficios que encerrarían estos resultados más la hipoteca amasada que no cesa de engrosarse?

La explicación de tan baja performance productiva en la era macrista se refleja en que subrubros primarios, como pesca y silvicultura, hayan encabezado, junto a maquinaria, servicios agrícolas y transporte, el cuadro de honor, mientras maquinaria de oficina, ropa, textiles, curtido de cueros y tabaco marcaron los mayores retrocesos –según publica Urgente 24-.

Nada más que la factura de intereses del financiamiento de esta suerte de vaciamiento cambiario devenga este año casi US$12.000 millones y cerca de US$15.000 millones el que viene, o sea que requiere destinarles un 8% del total de recaudación de impuestos nacionales y de contribuciones de la seguridad social prevista en el Presupuesto 2019 (estimada en unos US$120.000 millones) que irá a parar a manos de los acreedores.

Este virtual impuesto al endeudamiento subió casi el 50% y pasó a ser el segundo en orden de importancia en el ejercicio fiscal venidero, muy por encima de las devaluadas partidas de educación, salud y protección social.

Pero donde se empezaron a notar números favorables fue en el saldo de la balanza comercial, claro que como consecuencia directa de la merma en las importaciones por la recesión.

Aunque este año culmina jugado en un rojo de u$s 5.500 millones, que pudo moderar gracias a la catarata devaluatoria, la consultora Ecolatina destacó en su último reporte que en 2019 la balanza de intercambio de bienes cerraría con signo positivo en torno de los u$s 3.500 millones.

Lo atribuye tanto a un aumento de las exportaciones, que rondaría el 6% interanual principalmente gracias al comportamiento del agro, como a un retroceso de las importaciones, que caerían alrededor de 8% i.a. golpeadas «por una economía local que no repunta y un tipo de cambio real que no volverá a apreciar de manera significativa».

Cuenta para ello con una mejor competitividad cambiaria, mayores saldos exportables a raíz de la recesión y una economía brasileña más pujante con un real fortalecido que atraerá un importante influjo de capitales una vez superado el proceso electoral.

También acredita sensibles mejoras en la producción de petróleo y gas no convencional en Vaca Muerta, que ayudarían a sustituir importaciones energéticas e incluso sumarían a las exportaciones.

Consigna que ya hay un pedido de exportación de gas a Chile autorizado y otros 6 pendientes de aprobación.

El informe de Ecolatina sostiene que en la historia económica argentina de los últimos 20 años «se registraron dos momentos en que a un año de déficit comercial de bienes le siguió otro de superávit: 1999-2000 y 2015-2016».

Y señala además que, en ambos casos, la caída en el nivel de actividad jugó un rol clave: tanto en el 2000 como en 2016 el PBI se contrajo (-0,8% i.a. y -1,8% i.a., respectivamente) reduciendo los valores importados (-1% i.a. y -7% i.a. , respectivamente).

Analiza que uno de los cambios fue estructural y el otro coyuntural: mientras que al 2000 le siguieron saldos positivos ininterrumpidos hasta 2015, al 2016 le siguió el mayor déficit comercial corriente de la historia -y el máximo como porcentaje del PBI desde 1994.

Desagregado regional

El IERAL de la Fundación Mediterránea desagregó el cuadro general de la balanza comercial para los primeros 9 meses del año y concuerda con el de la colega Ecolatina en cuanto a la relevancia que cobran las ventas externas petroleras: 132% más que en el mismo período de 2017, pero siembra dudas en cuanto al impacto que tendría la reacción exportadora, que identifica con mejores cosechas, un cambio de mix de la facturación, derivando más productos al mercado externo, y también con el sacrificio de stocks, en la economía doméstica.

En ese marco, si bien el volumen de exportaciones regionales creció hasta 142%, ese comportamiento se circunscribe a actividades vinculadas con recursos naturales, como el agro, la ganadería y la agroindustria y, salvo en Neuquén, no aportan mayormente en términos generales al empleo privado, aun haciendo la salvedad de que este año la sequía y la minería han retraído las exportaciones sectoriales.

Una pauta de la característica de la expansión regional la dan los 17 productos agrícolas relevados, subieron 12: porotos (142% interanual), vino a granel (119%), leche (80%), carne (72%), ciruela (58%), manzanas y aceites de limón (24%), limón (12%) y peras (11%), entre los principales, si bien por su ubicación geográfica comparten, como en el caso de la Patagonia y las provincias mineras, los efectos sobre las respectivas economías con las actividades extractivas, como petróleo y recursos minerales.

Como la soja y derivados juegan en las ligas mayores a nivel nacional, este año entre la sequía y la cotización internacional convirtieron al sector en un contrapeso macroeconómico, que las restantes producciones menores no llegaron a atenuar por la escasa influencia que representan no sólo en los grandes números sino también localmente.

En la estructura del PBI, la agricultura pesa 8,6% contra 20,1% de la industria manufacturera y 15,7% del comercio, ambos en fuerte contracción.

De los pocos que fueron para arriba, el de inmobiliarias es el más abarcativo, con 12,3% y construcción, pese al planchazo final, ocupa 3,6%.

Las dudas que despierta la macroeconomía del ajuste en marcha entre amigos, opositores y los propios mecenas es que, si bien se refuerza la disponibilidad de divisas para tornar viable el repago de la deuda, no alberga un reparto sustentable de las cargas en la sociedad ni genera valor agregado suficiente para hacerle frente.

La triple tributación confiscatoria aplicada a las propiedades urbanas, sobre todo las de la provincia de Buenos Aires, mediante el incremento del impuesto a los bienes personales, del revalúo, del inmobiliario provincial y de los ABL municipales, constituye una exacción directa a las personas que algunas, las menos, podrán afrontar sacrificando ahorros o esparcimiento, pero otras, las más, cuyos ingresos descendieron por la estanflación o los problemas laborales, deberán hacerle lugar en su diezmado presupuesto o cruzar a la vereda de la morosidad.

 

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