Un día como hoy, pero hace 114 años, José Fuchs y Humberto Beghin enviaban un telegrama a Buenos Aires anunciando el gran hallazgo que cambiaría el futuro, no solo de Comodoro Rivadavia sino también de Argentina. Revivimos ese día.
A principios del siglo XX, en la joven y reciente ciudad de Comodoro Rivadavia, ya se había asentado un grupo de pobladores, que habían levantado galpones y algunas precarias construcciones. En ese entonces, la población se proveía de agua desde los diversos manantiales distribuidos en los alrededores del área, como Manatiales Behr, Manantiales de km5, Manantiales del Subprefecto y Manantial Rosales.
Pero los habitantes aumentaban y el problema que se le planteaba a la naciente población era la falta de agua potable.
En octubre de 1903, a través de las gestiones de los pobladores, la Dirección de Minas, Geología e Hidrología de la Nación envió una máquina perforadora, la cual alcanzó los 172 metros de profundidad sin encontrar agua. Ante el panorama, se vivía una gran desilusión entre los vecinos.
Tres años después, en 1906, desembarcó una nueva máquina perforadora, para continuar con los trabajos en el subsuelo. Se trataba de un equipo Fauck, adquirido en Alemania, por iniciativa del ingeniero Julio Krause, jefe de la sección Geología e Hidrología de la Dirección de Minas. De esta manera, se decidió ubicar la máquina al norte del Cerro Chenque, a unos tres kilómetros de la población.
Al frente del equipo perforador se encontraba José Fuchs como jefe de sondeo, Humberto Beghin como ayudante, Gustavo Kunzel y Juan Martínez como foguistas, Florentino Soto, Antonio Viegas Carrascalón, Joaquín Domínguez, José Barravosa, Pedro Guelhorn como peones y Pedro Presa y Francisco Ferreira eran los cocineros. Además colaboraban Juan García Marcet llevando agua al equipo perforador y Salvador Berardo transportando leña.
La labor duró varios meses, con las esperanzas del pueblo puestas sobre el resultado de los trabajadores. Ya alcanzaban los 500 metros de profundidad, sin embargo aún no se encontraban rastros de agua.
Eran cerca de las 10 de la mañana del 13 de diciembre de 1907, cuando el equipo alcanzó los 540 metros de profundidad. De repente, un ruido ensordecedor se esparció en el lugar y comenzó a surgir una «materia viscosa». El “oro negro” empezaba a teñir la torre y sus alrededores. Ante la gran sorpresa, Fuchs y Beguin se miraron atónitos.
De inmediato, se envió el telegrama a la Dirección de Minas informando la novedad:
“Geminas 13 de diciembre – Buenos Aires. Perforación sigue bien, profundidad quinientos treinta y nueve metros, inyección sube espesa con kerosen, aumentó muy poco. Se está en terreno que es casi imposible pasarlo de tan duro. Garantimos que es kerosen de la mejor calidad. Todo en buen estado”
Vale aclarar que, nuevas investigaciones indican que la actividad de los equipos de la Dirección de Minas y Geología de la Nación en la búsqueda de agua, tuvo la probabilidad de la extracción de petróleo. Esto se debe al previo conocimiento por parte del Estado Central de la existencia de crudo en esta área del país. A partir de estas nuevas referencias, el accidente del petróleo en la búsqueda de agua, se convierte en mito.
Los festejos
Según la publicación del Diario Patagónico “Comodoro 70”, un testigo de los hechos dejó testimonio de cómo el pueblo de Comodoro Rivadavia celebró el suceso, se trata del subprefecto marítimo Don Pedro Barros Seeber.
Si bien existía en el pueblo una pizca de desilusión al no encontrarse agua potable, también prevalecía la certeza de que se había encontrado una fuente de riqueza para la zona.
Don Pedro, al desempeñarse como subprefecto marítimo, también se puso en comunicación por vía telegráfica, con el prefecto general en Buenos Aires, vicealmirante Rafael Blanco, quien poco después respondió con la siguiente respuesta: «Puede confirmar al pueblo de Comodoro Rivadavia que se ha descubierto petróleo en ese lugar«.
En el hotel “Coletto”, ubicado en la hoy es la calle San Martín, Don Pedro reunió a un grupo de vecinos principales de la población, incluyendo a los jefes de la perforadora. «Eran las 21 horas –contaba don Pedro Barros; se abrió un cajón de cerveza «Niño» y otra de champagne, aunque la mayoría de los asistentes se inclinaron por la primera bebida”. Mientras tanto, el resto de la población se sumaba al acontecimiento, expresando su alegría.
Fuentes utilizadas:
- Diario El Patagónico. Comodoro 70. Edición Diario El Patagónico. 1970.
- “Entre el petróleo y el carbón: Empresas estatales, trabajadores e identidades sociolaborales en la Patagonia Austral (1907-1976)” Daniel A. Cabral Marques y Edda Lía Crespo.