Primero las renovables, después el shale

El 2017 será un año de transición para la industria del gas y el petróleo. Pese a las señales positivas que ofrece el repunte de los precios internacionales, hay ejes internacionales y locales que interfieren…

jueves 19/01/2017 - 10:48
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El 2017 será un año de transición para la industria del gas y el petróleo. Pese a las señales positivas que ofrece el repunte de los precios internacionales, hay ejes internacionales y locales que interfieren en el futuro de los hidrocarburos nacionales. La agenda incluye la asunción de Donald Trump en Estados Unidos y el desenlace que tendrán las políticas del Gobierno de Mauricio Macri.

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Un informe de la consultora KPMG Argentina analiza cuatro claves para el año que se abre: precios locales e internacionales, producción e inversión, recursos no convencionales y recursos renovables.

Los autores del trabajo señalan que más allá del rebote de los precios internacionales, la política mundial con foco en el país del Norte y las condiciones locales de inversión y productividad, los recursos no convencionales y la era verde en el país serán el centro.

La producción aparece como uno de los datos fuertes del contexto que se empieza a armar. La extracción de gas y petróleo estuvo atada en la última década a las inversiones que se movieron con el pulso de los precios de mercado. Sólo el gas tuvo un repunte desde 2014, mientras que el petróleo logró frenar el declino iniciado en 2001 pero no consiguió mejorar la cantidad de barriles.

El informe señala que el desempeño productivo de la industria petrolera local en relación al empleo demandado, se desmoronó de 60.000 barriles equivalentes de petróleo (boe, por las siglas en inglés) por persona en 2005 a poco más de 25.000 boe en 2016. En este sentido se agrega el impacto que la caída de los precios tuvo en la rentabilidad, no operó del mismo modo en los costos de producción y operación.

Si bien destacan los esfuerzos realizados, por ejemplo, en los pozos horizontales de Vaca Muerta que se redujeron de 15 a 10 millones de dólares, la relación con los valores obtenidos en Estados Unidos (7 millones de dólares) marcan el gap que aún resta cubrir para mejorar la competitividad de los campos argentinos. Sobre este punto se resaltan tres aspectos a revisar: el costo laboral (estiman que en el país se usa un 70% más de operarios por pozo que en EE. UU.), el transporte y la logística.

El Gobierno Nacional logró cerrar la semana pasada un acuerdo con los Sindicatos, las empresas y el Gobierno de Neuquén para modificar parte de las condiciones laborales en Vaca Muerta. Además comprometió obras de infraestructura por lo que definió mantener la estrategia energética en los no convencionales.

Según los autores del informe uno de los desafíos –después de los costos– que tienen los desarrollo shale y tight en el país son los precios con los que fueron proyectados. Loma Campana, por caso, fue pensado con un esquema creciente del precio del crudo que para los años de desarrollo esperaba valores por encima de los 100 dólares. Sin embargo la crisis internacional golpeó ese esquema.

Además, el gobierno definió la eliminación del barril criollo –precio sostén interno– por un esquema de precios decrecientes que empalmen con los valores internacionales. El panorama para el precio mundial es optimista, aunque nadie piensa en un crudo de tres dígitos en el corto plazo.

En suma, los no convencionales –propone el informe– son el modelo energético para el largo plazo en el país. A mitad de ese trayecto –el corto plazo– aparece el peso de las energías renovables.

El gobierno cerró licitaciones por 2.423,5 MW y planea incrementarlas este año. Aumentar la potencia instalada de fuentes renovables puede quitar peso a las necesidades de generación a través de hidrocarburos, por lo que aparecen como un complemento más que como una competencia.

El informe señala que la baja de costos de los proveedores a nivel internacional colaborarán al desarrollo de parques de generación a un precio relativamente bajo para el país, en momento donde la cuenta energética apremia a las arcas fiscales.

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