Arquitectos comodorenses proponen reparar, reconstruir y refundar

Luego del temporal que dejó más de dos mil familias con problemas habitacionales, calles y rutas destrozadas, barrios arrasados por el agua y el barro, el Colegio de Arquitectos de Comodoro propone abocarse a la…

martes 11/04/2017 - 10:15
Compartí esta noticia

Luego del temporal que dejó más de dos mil familias con problemas habitacionales, calles y rutas destrozadas, barrios arrasados por el agua y el barro, el Colegio de Arquitectos de Comodoro propone abocarse a la concreción de las 3 R: reparar, reconstruir y refundar a la ciudad.

Comodoro soportó en 9 días más de 360 mm  de lluvias que otrora, precipitaban en 4 años o más. El barro que tapo centenares de casas lo transportó el agua, pero lo creamos nosotros mismos con nuestras propias incapacidades. Improvisados campamentistas petroleros devenidos en constructores de una ciudad a la que nunca le prestamos la debida atención.

Ciudad que no sólo nunca encontró una planificación adecuada, sino que esa misma ausencia de planificación permitió que las necesidades y vivezas criollas, mejor dicho comodorenses, se tradujeran en usurpaciones que crecieron bajo el ala de una clase dirigente cómplice que, en vez de sancionar el desorden y la ilegalidad, amparó asentamientos a cambio de favores, mejor dicho: contraprestaciones electorales. Siempre lo mismo.

El agua y el barro, para muchos, no sólo se llevó lo material. Una vivienda puede ser una casa pero también puede ser un hogar. La casa es material, pero el hogar es el lugar de reunión, en torno a la fogata, el lugar en donde elegimos rodearnos de seres queridos que, habitualmente, definimos como familia.

El agua y el barro se llevó mucho de lo material. Sí, es cierto. Pero arrasó con lo más preciado que tiene cualquier sociedad: el recuerdo familiar, nuestro pasado, en definitiva, el esfuerzo de generaciones que nos precedieron en el armado de nuestro lugar, de nuestra ciudad.

Pocos vemos por estas horas a Comodoro como nuestra casa. Muchos son los que evalúan dejar la ciudad y buscar otros horizontes porque, escuché decir por ahí: “acá ya no se puede vivir…y encima, éste temporal! Olvidate…!

Serán como esos hijos que, enojados con los padres, entienden que la solución a sus problemas es dejar el seno familiar cuando, en realidad, con los años, se dan cuenta que es justamente ese seno familiar el que siempre está: en la buenas, pero también en las malas. El hogar es quien te contiene. Tu casa no sólo son ladrillos y hormigón o chapas y maderas; es lo que sabemos construir en su interior. Es la armonía, en definitiva, nuestro refugio.

Mucho de eso se ha perdido. Recién comenzamos con el día después. Es cuando nos preguntamos: ¿y ahora…? ¿Qué hacemos?

Si bien hemos sido testigos de enormes acciones ancladas en la solidaridad, también hemos visto que la indiferencia, el individualismo y el egoísmo siguen teniendo buena prédica entre muchos de nosotros. Inclusive, en empresas o comercios que ante la necesidad aflorada, aplicaron la vieja receta de la remarcación. O grupos dirigenciales sindicales que, en medio de la crisis, no dudaron en hacer un paro cuando la ciudad necesitaba de todas las manos.

En contraposición a esos empresarios, comerciantes y líderes sindicales obtusos y mediocres, el Colegio de Escribanos emitió un comunicado ayer  en que propone implementar las 3 R: Reparar, Reconstruir y Refundar.

Reparar lo que se rompió, Reconstruir para  volver a poner en su lugar aquello que quedó destruido y pueda retomar su estado anterior y Refundar que tienen que ver con un cambio de paradigmas, un modelo diferente.

Sostienen los arquitectos de la ciudad que “…es hora de detenernos a reflexionar, de pensarnos; hay que cambiar el paradigma; si seguimos autodestruyéndonos no quedará nada de todo lo valioso que podría ser motor de crecimiento y desarrollo. Sí; los arquitectos decimos que el reconocimiento del pasado sirve para crecer y esto aporta a la sustentabilidad del planeta”, sintetizaron los profesionales comodorenses.

Podemos recibir todas las ayudas del mundo, bienvenidas sean. Pero sólo serán bien aplicadas si nos proponemos vivir mejor. No solo vivir más, sino mejor. Tendremos muchas trabas que superar, muchos obstáculos que sortear. Solo dependerá de nosotros, de nuestras capacidades y de nuestra férrea voluntad de querer vivir en una ciudad mejor. Se lo debemos a nuestros viejos, nos lo debemos a nosotros mismo y se lo debemos a nuestros hijos.

Compartí esta noticia